Leer Mateo 19:16-30
En la antigüedad los muros que
rodeaban las ciudades eran de vital importancia, la historia está llena de
relatos de guerras, conquistas y luchas en las que los muros de las ciudades
jugaban un papel clave en la defensa y sostenimiento de alguna ciudad; en
algunas, los muros eran tan altos y gruesos que no había una mejor palabra para
describirlos que “impenetrables”… era un reto gigantesco para los ejércitos enemigos
traspasar esas murallas y tomar la ciudad, y muchas veces sencillamente era
imposible. Algo similar ocurre con nuestra salvación, los estándares de
santidad de Dios son tan altos, que por nuestros méritos o intentos se nos haría
imposible cruzar los muros de la vida eterna; en otras palabras, por mas
intentos que el hombre natural haga para llegar al cielo, nunca lo logrará, ni
las buenas acciones, ni la ausencia de crímenes, ni el ayudar al necesitado es
suficiente para merecer la salvación.
En cierta ocasión Jesús les dijo
a sus discípulos algo acerca de lo difícil que era para el hombre entrar al
reino de Dios, y ellos al oír esto se turbaron; mira lo que dice la escritura: “Al
oír esto, los discípulos quedaron desconcertados y decían: en ese caso ¿Quién podrá
salvarse?” Mateo 19:25…
Está claro entonces que el hombre
por sí solo no es capaz de salvarse e ir al reino de Dios, asi como para los
soldados es imposible atravesar los muros altos; pero quiero que pienses en que
pasaría si alguien desde dentro de la ciudad amurallada abriera una puerta!...
la grandeza de los muros ya no sería un obstáculo, el acceso que antes era
imposible ahora no solo es posible sino sencillo; y es aquí donde Dios aparece dándonos
esperanza y vida; cuando los discípulos preguntaron “¿Quién podrá salvarse?” Jesús
les contestó: “para los hombres es imposible –aclaró Jesús, mirándolos fijamente-
pero para Dios todo es posible.” Mateo 19:26 ALELUYA
Dios abrió la puerta de la
salvación al enviar a su hijo Jesús a morir en la cruz, y lo que era imposible
para los hombres, Jesús lo hizo posible; el cargo el peso de nuestros pecados,
los clavó en la cruz, nos limpio de toda culpa y abrió la puerta para que todo aquel
que desee entrar tenga vida eterna.
Así que la única oportunidad que
tenemos de alcanzar salvación y la entrada al reino de Dios es a través de un
arrepentimiento genuino de nuestros pecados, y el recibimiento de Jesús como
Señor y Salvador de nuestras vidas; en otras palabras, es creer y comenzar a
vivir una vida tomado de la mano de Jesús, haciendo su voluntad y dándole valor
a lo que hizo por la humanidad.
Si aún no has tomado la decisión
de seguir a Cristo, hoy es el día que Dios ha preparado para tu Salvación; y si
ya lo has hecho te invito a que compartas con otros estas verdades y les ayudes
a encontrar la puerta que lleva a la vida eterna.
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