Hace algunos años escuche a un
predicador hablar acerca de las parejas y el matrimonio, y en su mensaje
explicaba que el primer año del matrimonio es un año lleno de pasión y gozo, pero
que a medida que los años pasan esa pasión se hace menor pues la pareja va
madurando haciendo del amor algo menos
pasional y más profundo; en ese tiempo yo aún estaba soltero y pensé: “yo
quiero las dos cosas, PASIÓN Y PROFUNDIDAD”, ya tengo algunos años de
matrimonio, y en ellos me he dado cuenta que para tener ambas cosas hay trabajo
que hacer. Ciertamente comprobé que lo “normal” es que suceda lo que aquel
predicador expuso, sin embargo, con un poco de esfuerzo es posible ser una
pareja apasionada y con un amor profundo hasta la vejez.
Pero también he aprendido que estos
principios son aplicables a cualquier relación que tengamos, con amigos,
vecinos, hermanos en la Iglesia, o compañeros de trabajo, todo comienza muy
bien y con mucho ánimo para luego la emoción se va a menos que hagamos un
esfuerzo, caminemos otra milla y nos comprometamos a hacerlo bien. Hay una
relación que en especial debe ser objeto de nuestra atención, es una relación
que sin duda puede afectar tu vida poderosamente; se trata de nuestra relación
con el espíritu Santo; y como toda relación, esta es susceptible de
padecer ese enfriamiento catastrófico que puede provocar consecuencias muy
dolorosas en el Cristiano. La Biblia dice que Jesús prometió a sus seguidores
la presencia del espíritu santo a fin de serles compañero y guía en su diario
vivir. La escritura nos muestra:
“Y yo le pediré al Padre, y él
les dará otro Consolador para que los acompañe siempre: el Espíritu de verdad,
a quien el mundo no puede aceptar porque no lo ve ni lo conoce. Pero ustedes sí
lo conocen, porque vive con ustedes y estará[c] en ustedes. No los voy a dejar
huérfanos; volveré a ustedes”. Juan 14:16-18 NVI y más adelante Pablo confirma
que la promesa se ha cumplido: “¿No saben que ustedes son templo de Dios y que
el Espíritu de Dios habita en ustedes?” 1 Corintios 3:16 NVI
La relación del Cristiano con el
Espíritu Santo es real, Él ha hecho morada en los que creen, pero la calidad de
dicha relación dependerá de nuestra búsqueda y anhelo por él. Cuando nuestra
relación es buena y logramos apasionarnos día a día por Dios y su Espíritu,
podemos experimentar un mover espiritual maravilloso, que no es otra cosa sino
el cumplimiento de las promesas de Jesús; empezamos a sentir consuelo, aliento,
guianza, compañía, gozo y más!!! Tienes dos opciones: tratar al Espíritu Santo
como un visitante en tu vida que a veces usas para orar o para pedir dirección
en una decisión o puedes tratarlo como el dueño de tu vida relacionándote
con él a diario, de una forma real y especial;
ojo, las promesas de la acción del Espíritu Santo prometidas por Jesús solo se
realizarán cuando tomas la segunda opción!!!
Cultiva hoy una relación
APASIONADA Y PROFUNDA con el Espíritu Santo!
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