viernes, 22 de febrero de 2013

Cuestión de perspectiva


Leer Lucas 21:1-6

Seguramente has escuchado la ilustración acerca del vaso medio lleno o medio vacío; si no, pues aquí te doy el resumen: si ves que un vaso está lleno hasta la mitad ¿Cómo lo describirías?, hay personas que dirían que el vaso esta “medio lleno”, estas personas son personas con una personalidad positiva, que siempre ven lo bueno de cada situación; otros en cambio al ver el vaso lo describirán como “medio vacío”, este tipo de individuos por lo general son negativos, es fácil que vean las fallas, los obstáculos y tienden a ser pesimistas… en realidad el vaso está a la mitad pero como lo aprecien es cuestión de perspectiva.

Cuando leemos las escrituras de una forma analítica, podemos entender cuál es la perspectiva del reino de Dios, es decir, como ve Dios las cosas; y al comparar esa forma de ver las cosas con la forma en la que por lo general el mundo ve las cosas nos sorprendemos al descubrir una diferencia enorme. Uno de los ejemplos más notables de esto lo encontramos en el evangelio de Lucas capítulo 21 y versos de del  1 al 4, veamos:

“Mientras Jesús estaba en el templo, observó a los ricos que depositaban sus ofrendas en la caja de las ofrendas. 2 Luego pasó una viuda pobre y echó dos monedas pequeñas. Les digo la verdad —dijo Jesús—, esta viuda pobre ha dado más que todos los demás. Pues ellos dieron una mínima parte de lo que les sobraba, pero ella, con lo pobre que es, dio todo lo que tenía”. Lc 21:1-4

En este pasaje hay una clara diferencia de perspectiva; seguramente los ricos de la historia estaban dando mucho dinero y para los que estaban presente eso era motivo de admiración, sin embargo para Jesús aquella viuda estaba dando mucho más; en la forma de Jesús de ver las cosas la ofrenda de aquella mujer era más valiosa pues demostraba con su acción una gratitud, adoración y confianza absoluta en el Dios todopoderoso… “dio todo lo que tenía”

No debemos olvidar que la perspectiva de Dios va dirigida hacia nuestro corazón, el mira nuestra intención, nuestra motivación y nuestra entrega y se goza de las acciones que son movidas por una real rendición a su plan… ¿de qué nos sirve servir en la Iglesia si lo hacemos por búsqueda de reconocimiento? ¿De qué nos sirve asistir a todas las reuniones de alabanza y predicación si en ellas no busco el rostro de Dios? ¿De qué sirve mi ofrenda si mi corazón esta renuente y lo hago “porque toca hacerlo”? Tenemos que lograr que nuestro corazón y nuestra mente tengan la perspectiva del reino de Dios, solo así podremos agradarle. 

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