Hoy volvió a salir el sol, hoy
los ríos siguen sus caudales, las olas del mar siguen llegando a la playa, los
niños vuelven al colegio y adultos a sus trabajos, el agricultor a la siembra y
el maestro a la pizarra, 24 horas forman este día que para la mayoría solo es “un
día más”, rutina, la práctica repetitiva de costumbres y quehaceres, horas de
anhelo de una noche que se ve lejana para descansar y mañana volver a comenzar…
¿acaso esto es todo? ¿Vivir la rutina y nada más?... para muchos si; tal vez nos
hemos acostumbrado tanto a lo normal que dejamos de esperar lo extraordinario
de Dios…
El Ángel Gabriel fue enviado por
Dios para anunciar a María que esta seria instrumento para concebir al hijo de
Dios como mortal; María no era casada aún, y “naturalmente” no había llegado ningún
embrión a su vientre… pero en María surgió una gran expectativa, veamos:
El Angel le dijo: “Quedarás encinta y darás a luz
un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Él será un gran hombre, y lo
llamarán Hijo del Altísimo. Dios el Señor le dará el trono de su padre David, y
reinará sobre el pueblo de Jacob para siempre. Su reinado no tendrá fin. —¿Cómo
podrá suceder esto —le preguntó María al ángel—, puesto que soy virgen? —El
Espíritu Santo vendrá sobre ti, y el poder del Altísimo te cubrirá con su
sombra. Así que al santo niño que va a nacer lo llamarán Hijo de Dios. También
tu parienta Elisabet va a tener un hijo en su vejez; de hecho, la que decían
que era estéril ya está en el sexto mes de embarazo. Porque para Dios no
hay nada imposible.—Aquí tienes a la sierva del Señor —contestó María—. Que él
haga conmigo como me has dicho. Con esto, el ángel la dejó.” Lucas 1:31-38
María al igual que nosotros había vivido presa de
lo normal, transcurrió su niñez y juventud como cualquier jovencita de su época,
sin embargo después de este encuentro dejo de esperar lo natural y empezó a “esperar”
lo extraordinario… sus palabras fueron ¿Cómo será esto?, estas son palabras de
un corazón que está a la expectativa de lo que Dios hará, pero no solo eso sino
que al final de su encuentro pronuncia las más hermosas palabras: “Que él haga
conmigo como me has dicho”…
Tenemos tanto que aprender!!! La vida se nos puede pasar
sumergidos en la normalidad, pero ¿qué tal si hoy te encuentras con Dios en
oración, pones tu vida en sus manos y comienzas a esperar lo asombroso? Cuando
realmente le decimos a Dios “haz conmigo lo que has dicho”, nuestros días dejarán
de ser rutina a convertirse en días extraordinarios, donde experimentaremos el
obrar de Dios sorprendente y sublime. Para María fue concebir siendo aún
virgen, para ti puede ser la casa, la unión de tu familia, levantarte de una
enfermedad, éxito en tu ministerio o cualquier otra cosa….porque para Dios no
hay nada imposible…