jueves, 25 de abril de 2013

Las palabras del Padre


Normalmente los niños son muy activos; coloca a diez niños que no se conocen en la misma habitación por 30 minutos y lo que conseguirás son carreras de obstáculos, luchas de vaqueros, un campeonato de futbol y un juego de quien salta más alto… y como siempre llegan momentos en que tal vez los juegos y las carreras  empiezan a exceder los límites; cuando esto pasa, por lo general una voz que por un rato había estado en silencio surge… con un tono firme y sin titubeos, es una voz que el niño conoce y que apenas sus oídos la perciben todo su cuerpo se detiene por un instante… ES LA VOZ DEL PADRE!!!... el niño sabe que debe prestar atención, es El quien lo gobierna, es  el quien lo sostiene, es quien lo reprender cuando hace lo malo pero lo consiente cuando hace lo bueno, es quien lo abraza cuando está enfermo, es quien lo ayuda con sus tareas, es quien lo castiga cuando ha desobedecido, en resumidas cuentas es su Padre, y sin entender por qué, al parecer las palabra del Padre producen un impacto tal que su conducta cambia.

Algunos padres que están leyendo esto tal vez dirán: “eso no ocurre con mis hijos, ni a mí me prestan atención”, y bueno es probable que sea cierto… y es en este tipo de conducta donde me gustaría llamar tu atención, pues podríamos, como hijos, estar cayendo en este mismo error, de estar haciendo cosas que no están bien para Dios e ignorar las correcciones de nuestro Padre.

 Como creyentes en el Señor, día a día se está librando una lucha dentro de nosotros por el dominio de nuestro ser, es una lucha titánica entre el espíritu que Dios ha puesto en nuestras vidas y la carne que aún muchas veces nos domina. El Apóstol Pablo escribió acerca de esa lucha:

Yo sé que en mí, es decir, en mi naturaleza pecaminosa no existe nada bueno. Quiero hacer lo que es correcto, pero no puedo.  Quiero hacer lo que es bueno, pero no lo hago. No quiero hacer lo que está mal, pero igual lo hago. Ahora, si hago lo que no quiero hacer, realmente no soy yo el que hace lo que está mal, sino el pecado que vive en mí. He descubierto el siguiente principio de vida: que cuando quiero hacer lo que es correcto, no puedo evitar hacer lo que está mal. Amo la ley de Dios con todo mi corazón, pero hay otro poder  dentro de mí que está en guerra con mi mente. Ese poder me esclaviza al pecado que todavía está dentro de mí. ¡Soy un pobre desgraciado! ¿Quién me libertará de esta vida dominada por el pecado y la muerte? Romanos 7: 18-24 NTV

Al leer esto me pregunto: ¿Hay alguna esperanza?, ¿podemos vivir vidas santas y rectas ante Dios?.. la respuesta es sí!!! Pablo siguió diciendo: ¡Gracias a Dios! La respuesta está en Jesucristo nuestro Señor. Romanos 7:25ª (NTV)… Si amigo lector, la respuesta está en el Padre, en su voz, en su corrección; en la Biblia encontramos las palabras de nuestro Señor, y esas palabras son capaces de cambiar tu conducta, de hacerte vencer sobre tu carnalidad y te hace vivir de forma que el Padre se siente orgulloso. El problema es que a veces como niños rebeldes no queremos prestar atención a la voz de Dios y mucho menos obedecerle. Es tiempo de reconocer la soberanía de Dios en nuestras vidas y convertirnos en hijos obedientes a las palabras del Padre; solo así, viviremos  bajo  el favor de Dios.

Oración: Padre amado, no quiero ser rebelde a tus palabras, quiero recibir tu corrección con humildad y aceptación, anhelo que cada área de mi vida sea transformada para que te sientas orgulloso de mi. Sé que en la Biblia está tu corrección y por eso hago ante ti un compromiso de escudriñarla y vivirla. Amén. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario