¿Cuán olvidadizo(a) eres?!!!, no sé si es como consecuencia
de lo ajetreado de nuestras vidas o por las tantas ocupaciones del día a día,
pero con frecuencia nos vemos repitiendo frases como: “se me quedo tal cosa en
la casa”, o, “se me paso hacer aquella diligencia”, o simplemente “sé que tenía
algo que hacer pero ya se me olvidó que era”; sea cual sea la causa de este mal
moderno, la verdad es que en alguna medida todos lo sufrimos, unos por distraídos,
y otros, sí que lo llevan al extremo. Pero, ¿pueden nuestros “olvidos” afectar nuestra vida
cristiana y nuestra relación con Dios?, yo creo que sí, y estoy convencido de que
en gran manera.
Una vida cristiana en crecimiento demanda adoptar una serie
de acciones que contribuyen y garantizan que nuestra existencia se desarrolle
plenamente en el Señor; fíjate en algunas acciones que la Biblia nos enseña a
hacer como creyentes:
“orad sin cesar” 1° Tesalonicenses 5:17
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que
en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” Juan
5:39
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los
otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1° Pedro
4:10
Asuntos como leer, oír y meditar las escrituras, orar
constantemente, servir en la iglesia, dar gracias o alabar a Dios deben formar
parte del “esquema normal del cristiano”, y tristemente como cualquier otra
acción en nuestras vidas, estas son susceptibles de ser olvidadas y omitidas.
Sin embargo, te habrás dado cuenta que también hay acciones
en nuestro andar diario que son prácticamente imposibles de olvidar; podemos
nombrar el comer o el dormir, creo que aún con mucho esfuerzo no podríamos evitar
hacer estas cosas pues sin ellas nuestro cuerpo colapsaría, de hecho, es
nuestro cuerpo el que las demanda con “gemidos indecibles”. Podemos entender
que comer y dormir son necesidades biológicas, y así, el orar, alabar y meditar
la palabra se constituyen en nuestras vidas como necesidades del Espíritu, y de
la misma forma en que tu cuerpo se debilita por falta de descanso o alimento,
es tu espíritu el que sufre cuando olvidas ejercer lo que el espíritu desea.
Como creyentes debemos combatir los olvidos espirituales;
tomar decisiones prácticas como dejar notas recordatorias, activar la alarma de
tu celular o pedirle a una persona cercana que te ayude a recordar, pueden contribuir
en ti a crear hábitos que se adhieran tanto
a tu “esquema normal” al punto de
anhelarlos como el dormir o el comer.
No lo olvides!
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