miércoles, 10 de abril de 2013

Olvidos


¿Cuán olvidadizo(a) eres?!!!, no sé si es como consecuencia de lo ajetreado de nuestras vidas o por las tantas ocupaciones del día a día, pero con frecuencia nos vemos repitiendo frases como: “se me quedo tal cosa en la casa”, o, “se me paso hacer aquella diligencia”, o simplemente “sé que tenía algo que hacer pero ya se me olvidó que era”; sea cual sea la causa de este mal moderno, la verdad es que en alguna medida todos lo sufrimos, unos por distraídos, y otros, sí que lo llevan al extremo. Pero, ¿pueden  nuestros “olvidos” afectar nuestra vida cristiana y nuestra relación con Dios?, yo creo que sí, y estoy convencido de que en gran manera.

Una vida cristiana en crecimiento demanda adoptar una serie de acciones que contribuyen y garantizan que nuestra existencia se desarrolle plenamente en el Señor; fíjate en algunas acciones que la Biblia nos enseña a hacer como creyentes:

“orad sin cesar” 1° Tesalonicenses 5:17
“Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí” Juan 5:39
“Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios.” 1° Pedro 4:10

Asuntos como leer, oír y meditar las escrituras, orar constantemente, servir en la iglesia, dar gracias o alabar a Dios deben formar parte del “esquema normal del cristiano”, y tristemente como cualquier otra acción en nuestras vidas, estas son susceptibles de ser olvidadas y omitidas.

Sin embargo, te habrás dado cuenta que también hay acciones en nuestro andar diario que son prácticamente imposibles de olvidar; podemos nombrar el comer o el dormir, creo que aún con mucho esfuerzo no podríamos evitar hacer estas cosas pues sin ellas nuestro cuerpo colapsaría, de hecho, es nuestro cuerpo el que las demanda con “gemidos indecibles”. Podemos entender que comer y dormir son necesidades biológicas, y así, el orar, alabar y meditar la palabra se constituyen en nuestras vidas como necesidades del Espíritu, y de la misma forma en que tu cuerpo se debilita por falta de descanso o alimento, es tu espíritu el que sufre cuando olvidas ejercer lo que el espíritu desea.

Como creyentes debemos combatir los olvidos espirituales; tomar decisiones prácticas como dejar notas recordatorias, activar la alarma de tu celular o pedirle a una persona cercana que te ayude a recordar, pueden contribuir en ti a crear hábitos que se adhieran tanto  a tu  “esquema normal” al punto de anhelarlos como el dormir o el comer.

No lo olvides!

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