Cada creyente en Cristo vive una experiencia de
transformación; al permitir que Jesús hiciera morada en nuestro corazón, su
presencia produce un cambio de gobierno en el trono de nuestra vida; antes de
conocerle y rendirnos a El éramos nosotros los que ejercíamos el dominio de
nuestras acciones, palabras y pensamientos, pero cuando él llegó y se sentó en
el trono de nuestro ser a causa de nuestra decisión de aceptarlo como Señor, todo ese trabajo de soberanía
sobre nosotros le fue otorgado a Él. Cuando esto realmente ocurre, es decir, no
como fruto de una emoción pasajera, sino de un convencimiento de pecado y un
genuino arrepentimiento y búsqueda de Dios, los cambios son inminentes y tan
claros que otros pueden identificarlos sin problema. En la vida del Apóstol
Pablo este cambio fruto de una conversión se hizo tan claro que era casi “increíble”,
veamos lo que dice la escritura en hechos 9:20-22
“En seguida predicaba a Cristo en las sinagogas, diciendo
que éste era el Hijo de Dios. Y todos los que le oían
estaban atónitos, y decían: ¿No es éste el que asolaba en Jerusalén a los que
invocaban este nombre, y a eso vino acá, para llevarlos presos ante los
principales sacerdotes? Pero Saulo mucho más se
esforzaba, y confundía a los judíos que moraban en Damasco, demostrando que
Jesús era el Cristo.”
Antes de tener un encuentro con Jesús, Pablo (que en este
momento se conocía como Saulo), perseguía a los cristianos y los acusaba de
herejes, pero luego, al recibir a Jesús como el Señor y Salvador de su vida, se
convirtió en un defensor y propagador del evangelio… Sin embargo no es en este
aspecto en el que me quiero enfocar, sino en la manera extraordinaria en la que
Pablo empieza a demostrar que su vida cambió. Tal fue su transformación que la
gente que le conocía se sorprendía y
hasta algunos dudaban de su cambio… “pero Pablo mucho mas se esforzaba”…
Como creyentes en Cristos vivimos bajo la mirada de un mundo
que nos conoció antes de “convertirnos”, tal vez podemos estar siendo juzgados
por nuestro cambio, o probablemente los que te conocían duden de tu
transformación… pero… ¿tomaremos esto como excusa para no vivir como es digno
del Señor?, en ninguna manera… de la misma forma que el Apóstol Pablo debemos “esforzarnos
aún más” para demostrar que el Dios al cual servimos es capaz de cambiar vidas, de mejorar vidas y de formar
extraordinarias vidas.
Probablemente el inicio sea duro, pero no desmayes, tu cambio
cambiará a otros… Jesús puede hacerlo!
Oración: Padre ayúdame a no desmayar al demostrar que soy
una nueva persona en ti, quiero ser un ejemplo para otros y así manifestar tu
poder para transformar y mejorar vidas, reconozco que tú eres mi Señor y anhelo
que eso se note. Abre mi boca para hablar de ti y sigue trabajando en mí para
que mi conducta respalde mis palabras. Amen
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