“Ciertamente, apenas morirá alguno por un justo; con todo,
pudiera que alguno osara a morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para
con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros”
Si una palabra es capaz de definirnos, seguramente esa seria
“imperfección”; al parecer poseemos una altísima propensión a equivocarnos,
fallar, caer, pecar; y las evidencias hablan por sí solas. Día a día los
cristianos seguimos luchando por “andar en el espíritu y no satisfacer los
deseos de la carne”, nos esforzamos por ser perfectos en Cristo Jesús, y por
ser ofrendas gratas delante de nuestro Dios; sin embargo, como bien lo diría el Apóstol Pablo, no pretendemos
haberlo alcanzado ya; aceptémoslo, aún caemos con frecuencia; una mala mirada,
un mal pensamiento, un deseo oculto, una acción irresponsable, la negación a
cumplir los mandamientos del Señor, un grito aquí, un chisme allá, una caricia
prohibida, o tan solo un deseo por tener lo que el mundo ofrece. Tanto hemos
fallado como género humano, que en algún momento y en algún lugar alguien dijo
por primera vez “no metas las manos en el fuego por nadie”… esta expresión es
el fruto de la desconfianza ocasionada por vidas “imperfectas”.
Pero hay buenas noticias, alguien decidió meter las manos en
el fuego por ti, alguien te amo tanto que decidió dar sus manos para que las
clavaran a una cruz, por ti, hay alguien que se dejó golpear, lacerar, y herir,
por ti… para que tuvieras vida, para que tu destino cambiara, para que
experimentarás su amor perfecto, incondicional y práctico; su nombre… Jesús.
Tomate ahora mismo un momento para darle gracias por su
amor, para pedirle perdón por tus
fallas, y para pedirle fuerzas para continuar creciendo “hasta que Cristo sea
formado en ti”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario