Existen dos tipos de límites:
aquellos que existen para protegerte de algo que adelante te puede hacer mucho
daño, por ejemplo, las boyas en la playa que te hacen saber que las
profundidades y la marea pueden atraparte; por otro lado existen límites que el
mismo hombre se impone para no disfrutar de cosas que más allá traerán satisfacción y triunfo, por ejemplo,
el renunciar a tu carrera porque no te crees capaz de pasar una materia
complicada.
Este segundo tipo de límites es
sin lugar a dudas una línea que distingue lo normal de lo extraordinario, lo
que quiero decir es que cuando alguien tiene la valentía de pasar sus propios límites hacia algo bueno, esta experimenta
momentos maravillosos. Existe en la Biblia un canto que nos habla de alguien
que pasó los límites en cuanto al temor. Leamos:
“Me puede atacar un ejército,
pero yo no siento miedo; me pueden hacer la guerra, pero yo me mantengo en
calma” Salmo 27:3 TLA
Sin lugar a dudas el escritor
pasó los límites del temor, llegando a una zona de confianza tan grande que aún
el ataque de un ejército no es razón para correr o sentir miedo…. Es una
actitud impresionante. Lo normal sería sentir desesperanza y angustia en una
situación como esta, sin embargo el estuvo dispuesto a pasar la línea y
confiar.
Surge con esto una pregunta: ¿Qué
llevó al salmista a tal nivel de valentía?... no fue otra cosa sino el saber
que Dios estaba con el… esto se evidencia claramente en el verso 1:
Dios mío,
tu eres mi luz y mi salvación; ¿de quién voy a tener miedo? Tú eres quien
protege mi vida; ¡nadie me infunde temor!... Cuando nos tomamos de la mano de
Dios somos capaces de exceder los limites, no solo el del temor, sino cualquier
otro que nos detiene y no nos deja experimentar la vida plena que Jesús nos ha
regalado!
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