viernes, 21 de junio de 2013

La llave que abre puertas

Muchas veces he escuchado la expresión “la oración es la llave que  abre puertas a la bendición”… y en un sentido nada puede ser más cierto, pues es en la oración donde somos escuchados, donde se desnuda  nuestra alma y caemos en los brazos de aquel que con amor eterno nos  ha  amado, para socorrernos, guiarnos y hacer milagros cuando ya no quedan fuerzas… mucha razón tenía  el Apóstol cuando escribió a la Iglesia en Tesalónica: “orad sin cesar” 1 Tes. 5:17… Pero si bien la oración es como una llave que abre puertas, debes saber, que para que un cerrojo se rinda al poder de una llave, esta  deberá  tener  su cuerpo específicamente modelado a la forma de la cerradura, pues si no, todo esfuerzo será inútil para abrir esa puerta….

Por más parecidas que sean las llaves de una misma casa, cada llave  tendrá una forma diferente, ese pequeño pico, o esa sutil hendidura es vital para que la llave funcione; y de la misma forma nuestra oración debe ser modelada a la voluntad de Dios, a fin de que al orar los cerrojos sean abiertos y podamos pasar adelante, a lo que Dios tiene preparado. Al entender esto podremos con humildad ir ante  el Señor tal como sus discípulos cuando le dijeron “enséñanos a orar”…

Una vez, Jesús estaba orando en cierto lugar. Cuando terminó, uno de sus discípulos se le acercó y le dijo:—Señor, enséñanos a orar, así como Juan les enseñó a sus discípulos.Jesús dijo:—Deberían orar de la siguiente manera:[a]Padre, que siempre sea santificado tu nombre.    Que tu reino venga pronto.Danos cada día el alimento que necesitamos[b]4 y perdónanos nuestros pecados,    así como nosotros perdonamos a los que pecan contra nosotros.Y no permitas que cedamos ante la tentación.[c]5 Luego utilizó la siguiente historia para enseñarles más acerca de la ración: «Supongan que uno de ustedes va a la casa de un amigo a medianoche para pedirle que le preste tres panes. Le dices:“Acaba de llegar de visita un amigo mío y no tengo nada para darle de comer”. Supongan que ese amigo grita desde el dormitorio: “No me molestes. La puerta ya está cerrada, y mi familia y yo estamos acostados. No puedo ayudarte”. Les digo que, aunque no lo haga por amistad, si sigues tocando a la puerta el tiempo suficiente, él se levantará y te dará lo que necesitas debido a tu audaz insistencia. Lucas 11:1-8

En ocasiones nuestras oraciones pueden convertirse en llaves inútiles, esto es, cuando nuestras palabras al orar son mas guiadas por caprichos que por una verdadera necesidad, cuando van sin fe  en lo que Dios puede hacer, cuando son  fruto de un acto ritual y no emanan de una genuina y anhelante relación con el Altísimo, o cuando pedimos perdón sir haber perdonado…

A  la verdad la oración abre puertas a la bendición… la pregunta es: ¿estas usando la llave correcta?


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