jueves, 20 de junio de 2013

Abre tu boca para el bien

Hermanos míos, no pretendan muchos de ustedes ser maestros, pues, como saben, seremos juzgados con más severidad. Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona *perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo.Cuando ponemos freno en la boca de los caballos para que nos obedezcan, podemos controlar todo el animal. Fíjense también en los barcos. A pesar de ser tan grandes y de ser impulsados por fuertes vientos, se gobiernan por un pequeño timón a voluntad del piloto. Así también la lengua es un miembro muy pequeño del cuerpo, pero hace alarde de grandes hazañas. ¡Imagínense qué gran bosque se incendia con tan pequeña chispa! También la lengua es un fuego, un mundo de maldad. Siendo uno de nuestros órganos, contamina todo el cuerpo y, encendida por el infierno,[a] prende a su vez fuego a todo el curso de la vida.El *ser humano sabe domar y, en efecto, ha domado toda clase de fieras, de aves, de reptiles y de bestias marinas; pero nadie puede domar la lengua. Es un mal irrefrenable, lleno de veneno mortal.Con la lengua bendecimos a nuestro Señor y Padre, y con ella maldecimos a las personas, creadas a imagen de Dios. 10 De una misma boca salen bendición y maldición. Hermanos míos, esto no debe ser así. 11 ¿Puede acaso brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?[b] 12 Hermanos míos, ¿acaso puede dar aceitunas una higuera o higos una vid? Pues tampoco una fuente de agua salada puede dar agua dulce.

Todo lo creado por Dios es por naturaleza bueno; sin embargo, el hombre desde los días de la fundación del mundo a desvirtuado lo creado, dañando la obra esplendida del Señor; y podemos afirmar que uno de los errores más grandes que el ser humano a cometido a través de la historia es el “mal uso” de la lengua, al punto en el que se ha vuelto catalizador de terribles batallas, disensiones, pleitos y divisiones por el uso incorrecto de las palabras. La Biblia compara  la lengua con un pequeño fuego que enciende todo un bosque; sin embargo Dios nos declara abiertamente que sus hijos, esto es, los que hemos creído y confesado con vidas transformadas que le amamos y vivimos para él, no debemos usar nuestra boca para el mal.

¿Puede brotar de una misma fuente agua dulce y agua salada?...¿con que frecuencia adoras a Dios un domingo en la Iglesia, o en un tiempo devocional matutino, pero luego, durante el día no te cuesta criticar destructivamente a algún compañero de trabajo, o decir algún chiste de doble sentido, o que tal una burla que hace sentir mal a alguien, tal vez una pequeña mentira que ayudara a sentir bien al que la escucha, quizás un sutil murmuración que hace eco de un corazón lleno de rencor o envidia, o aquella mala palabra que aún es incontrolable?…. me sumo a la campaña de Santiago…. “NO DEBE SER ASÍ”…. Como Cristianos hemos sido llamados a honrar a Dios, y una manera directa de hacerlo es haciendo un uso correcto de lo que el ha creado, y entre eso, la lengua…
Tal vez soy drástico en esto, pero, hay muchos que no pueden hablar; ¿crees que Dios te dio esa capacidad para que broten de ti palabras llenas de carnalidad? (mentira, ofensas, críticas destructivas, groserías, griterías, promesas vacías, burlas, pleitos y más)… estoy seguro que no; Dios nos ha dado la gracia de hablar para que de nuestra boca salgan dulces palabras (alabanzas, bendiciones, críticas constructivas, aliento, paz, motivación, exhortación en amor, promesas fieles y más)…. Acá te dejo algunas citas bíblicas sobre este tema, ora, léelas, medítalas y aplícalas….

Eclesiastés 5:4-6
Salmo 15:1-3
Salmo 34:13
Salmo 35:28
Proverbios 12:19
Proverbios 20:19
1° Pedro 3:10


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