miércoles, 22 de mayo de 2013

Fe


Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. Santiago  1: 6-7

En la vida cristiana se habla mucho de la fe;  nos sabemos versículos de memoria, conocemos como la fe actuó en los hombres y mujeres de la Biblia, sabemos lo que es capaz de producir y todos los aspectos teológicos de ella, pero… ¿la practicamos?.

Hace días atrás me topé con una imagen acerca de la fe  que me gustó mucho; en ella se presentaba a un escalador, subiendo una difícil montaña y junto a él la frase: “¿para que escalarla si con fe podemos moverla?”… sin duda, esa es la situación que  vivimos más veces de las que nos gustaría contar; Dios nos ha dado una puerta, una herramienta, un don espiritual único e incomparable... La fe… tener  fe es creer que Dios está obrando con sabiduría y total control, es reconocer que él tiene lo mejor para nosotros y es apto de hacer cosas increíbles con su extraordinario poder, es confiar en que lo que es imposible para nosotros, es posible para El, es entender que por amor a nosotros Dios es enteramente capaz de hacer milagros en nuestras vidas… sin embargo muchas veces preferimos escalar la montaña, enfrentándonos a momentos duros, peligros y batallas, en vez de tan solo “creer” y mover la montaña. La fe, como bien lo  describe Hebreos  11:1 “es la confianza de que en verdad sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no podemos ver.”

Podemos  entender la fe como el catalizador, o el detonante del obrar de Dios  en nuestras vidas,  es  decir, sin fe, nuestra  oración es infructuosa, son solo palabras y frases vacías que no harán gran cosa  en el mundo espiritual, por el contrario cuando nuestra oración está cargada de fe, de  ese  creer en  el Señor, entonces nuestra oración se vuelve un arma poderosa.

Son muchas las montañas que se levantan ante nosotros, montañas de enfermedad, de crisis económica, de depresión y emociones destructivas, de éxito ministerial, laborar o familiar, y muchísimas más! Hay  dos caminos  para cruzarlas; podemos tratar de  escalarlas solos y sin garantías de llegar al otro lado o moverla con el poder de la fe en el Dios todopoderoso, dejando el camino libre para alcanzar sus promesas!

“Les digo la verdad, si tuvieran fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería imposible” Mateo 17:20

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