Pero pida con fe, no dudando
nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por
el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues,
quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor. Santiago 1: 6-7
En la vida cristiana se habla
mucho de la fe; nos sabemos versículos de
memoria, conocemos como la fe actuó en los hombres y mujeres de la Biblia,
sabemos lo que es capaz de producir y todos los aspectos teológicos de ella,
pero… ¿la practicamos?.
Hace días atrás me topé con una
imagen acerca de la fe que me gustó
mucho; en ella se presentaba a un escalador, subiendo una difícil montaña y
junto a él la frase: “¿para que escalarla si con fe podemos moverla?”… sin
duda, esa es la situación que vivimos más
veces de las que nos gustaría contar; Dios nos ha dado una puerta, una
herramienta, un don espiritual único e incomparable... La fe… tener fe es creer que Dios está obrando con sabiduría
y total control, es reconocer que él tiene lo mejor para nosotros y es apto de
hacer cosas increíbles con su extraordinario poder, es confiar en que lo que es
imposible para nosotros, es posible para El, es entender que por amor a
nosotros Dios es enteramente capaz de hacer milagros en nuestras vidas… sin
embargo muchas veces preferimos escalar la montaña, enfrentándonos a momentos
duros, peligros y batallas, en vez de tan solo “creer” y mover la montaña. La
fe, como bien lo describe Hebreos 11:1 “es la confianza de que en verdad
sucederá lo que esperamos; es lo que nos da la certeza de las cosas que no
podemos ver.”
Podemos entender la fe como el catalizador, o el
detonante del obrar de Dios en nuestras
vidas, es decir, sin fe, nuestra oración es infructuosa, son solo palabras y
frases vacías que no harán gran cosa en
el mundo espiritual, por el contrario cuando nuestra oración está cargada de
fe, de ese creer en
el Señor, entonces nuestra oración se vuelve un arma poderosa.
Son muchas las montañas que se
levantan ante nosotros, montañas de enfermedad, de crisis económica, de
depresión y emociones destructivas, de éxito ministerial, laborar o familiar, y
muchísimas más! Hay dos caminos para cruzarlas; podemos tratar de escalarlas solos y sin garantías de llegar al
otro lado o moverla con el poder de la fe en el Dios todopoderoso, dejando el
camino libre para alcanzar sus promesas!
“Les digo la verdad, si tuvieran
fe, aunque fuera tan pequeña como una semilla de mostaza, podrían decirle a
esta montaña: “Muévete de aquí hasta allá”, y la montaña se movería. Nada sería
imposible” Mateo 17:20
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