Siendo esto así, debemos
comprender como Cristianos que todo acto, liturgia, relación o hecho del cual
seamos parte en nuestra vida Cristiana tiene una doble faceta: la exterior, es
decir, la que otros pueden ver, y la interior, o en otras palabras, la que solo
Dios es capaz de discernir; lo ideal, es que ambas facetas sean reales… podemos
aparentar devoción, entrega y deseo por su presencia y aun así nuestro corazón podría
estar lejos de Dios, como El mismo lo juzga en Mateo 15:8 al decir “este pueblo
de labios me honra pero su corazón está lejos de mí”.
Leamos el siguiente texto de las
escrituras:
“Cercano está Jehová a todos los
que le invocan, a todos los que le invocan de verdad”
Este verso es el Salmo 145:18 y
en él, la palabra de Dios nos asegura
que su deseo es estar cerca de nosotros, con todo los beneficios que esto
implica”, sin embargo, nos pide una acción condicional: “invocarlo de verdad”….
¿qué querrá decir con “de verdad?... indudablemente se refiere a una acción que
va más allá de las apariencias, se trata de sinceridad.
Dios nos invita a disfrutar de su
presencia, su favor y su mover…. Por esto, toda manifestación del anhelo por
Dios, debe hacerse de forma sincera y real… Él conoce tu corazón, y solo
responderá cuando lo busques “DE VERDAD”
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